VIOLENCIA EN EL FUTBOL
Los cambios de fondo, lejos de subir a escena
El 8 de agosto de 2007, el barra de River moría por el ataque de un grupo antagónico. La impunidad sigue.
Por: Gustavo Yarroch
En www.gonzaloacro.com, la familia del barra de River Gonzalo Acro ofrece 50 mil pesos para quien "aporte datos que puedan contribuir para poner a disposición de la Justicia" a Ariel Colo Luna, Matías Kevin Kraft y Rubén Oveja Pintos. Luna, Kraft y Pintos son los tres sospechosos de haber participado del asesinato de Acro que todavía permanecen prófugos. Los Acro también ofrecen 20 mil pesos "a toda persona que aporte datos o información que permitan el total esclarecimiento del crimen", el único por encargo y uno de los más emblemáticos de la violencia de los barras en el fútbol argentino. A un año exacto de su muerte, ocurrida en el marco de la brutal interna que mantuvieron Los Borrachos del Tablón, el caso continúa impune. Antes de fin de año, el Tribunal 15, integrado por los jueces Ricardo Galli, Héctor Grieben y Elena Do Pico Farrell, estará a cargo del juicio oral y público que pondrá en el banquillo a los cuatro implicados: los hermanos Alan y William Schlenker (instigadores), Sergio Pelado Piñeiro y Maximiliano Pluto Lococo (coautores). El mismo Tribunal podría juzgar a Pablo Cuca Girón, considerado coautor del crimen por haber hecho de campana la noche en que Acro recibió dos balazos en la cabeza y otro en una pierna.
En los doce meses que pasaron desde su muerte, el escenario de la violencia en las canchas se modificó de un modo más coyuntural que profundo por una razón excluyente: salvo honrosas excepciones, entre las que podría mencionarse a Rosario Central, acaso el único club que desde hace unos meses combate seriamente a los violentos, las relaciones peligrosas entre los dirigentes y los barras se mantienen firmes. Y mientras esos vínculos funcionales a unos y otros se mantengan, los barras seguirán viviendo de sus negocios espurios y desparramando sangre. Lo grave es que, ocurran en mayor o en menor medida, sus métodos mafiosos y violentos no se detendrán.
Incluso antes del asesinato de Acro, la ola de violencia en las canchas había experimentado una merma. Sin embargo, que el porcentaje de disturbios haya decaído no evitó que, luego del caso Acro, se produjeran otras dos muertes vinculadas al fútbol. El 11 de noviembre de 2007 fue asesinado Daniel Margarone, un barra de Central al que le dieron un balazo en la cabeza por una aparente disputa por el poder de la hinchada. Ese mismo día también mataron a Damián Muñoz, un hincha de Independiente Rivadavia, durante un partido con Belgrano, pero el móvil habría sido una disputa familiar. Y el 15 de marzo de este año asesinaron de un balazo a Emanuel Alvarez, un hincha de Vélez que participaba de una caravana hacia la cancha de San Lorenzo.
También en 2008, uno de los cambios sustanciales en el mapa de la violencia fue el crecimiento de La violencia no paga, un programa impulsado por Nuevo Horizonte para el Mundo, ONG que ya reclutó bajo su ala a 40 hinchadas de todas las categorías, especialmente del Ascenso. Créase o no, 160 barras de esas 40 hinchadas ya acordaron un pacto de paz en las canchas. El protagonismo creciente de esta ONG desnuda cada vez más la ausencia del Estado en este sentido, reflejada principalmente en la prohibición de público visitante en el fútbol de los sábados.
En todo caso, que los barras sigan ocupando las tribunas significa que la violencia puede volver a entregar noticias trágicas en el momento menos pensado.
Ver nota original en el siguiente link:
http://www.clarin.com/diario/2008/08/08/deportes/d-01732672.htm
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Hace 16 años.
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